Por Redacción

El pasado 8 de julio por la mañana, tres hombres marroquíes de entre 40 y 50 años irrumpieron en una frutería de s’Indioteria, en Palma, y robaron varios melones. El dependiente, a quien llamaremos Daniel, intentó detenerlos reclamando la devolución de la mercancía. Su valentía desató la furia de los ladrones, que se burlaron de él y lo agredieron físicamente. Llegaron a romperle la camiseta en un violento enfrentamiento que marcó al barrio.

Tras el ataque, los agresores amenazaron a Daniel con gravísimas palabras. «Me dijeron que me cortarían el cuello y me matarían» relató el joven aún conmocionado. Por suerte, vecinos y trabajadores de comercios cercanos intervinieron rápidamente. Escondieron al frutero para protegerlo mientras los atacantes seguían profiriendo amenazas. Daniel se mostró agradecido y destacó que «me han ayudado mucho» en ese momento tan crítico.

En una panadería vecina, Manuela, nombre ficticio, fue testigo del robo y la agresión. Ella también ha sufrido el acoso de estos hombres. «A mí me cogen cervezas y les vi robar un saco de comida a un repartidor. En la carnicería piden pollos gratis» explicó. Además confesó haber recibido amenazas directas: «Me dijo que me cortaría el cuello y quemaría la tienda». Manuela ayudó a separar a los agresores y a retenerlos hasta que llegó la policía.

La Policía se personó en el lugar pocos minutos después del incidente y detuvo a dos de los sospechosos por robo con violencia y daños. Sin embargo, ambos fueron liberados horas más tarde. Al día siguiente, a las 6.30 horas, volvieron al barrio. Eugenia, dueña de un bar cercano, confirmó su presencia y expresó el hartazgo general: «Estamos muy cansados y los mayores están muy asustados» afirmó con preocupación.

Laura, nombre ficticio y propietaria de otro bar en la zona, criticó duramente la situación. «No entiendo cómo alguien que amenaza de muerte y golpea a otra persona puede estar libre al día siguiente y volver a buscarle» lamentó. Sus palabras reflejan la frustración de un barrio que vive con temor ante la reiterada presencia de estos individuos y la aparente impunidad.