En una urbanización de Arroyomolinos (Madrid), un bajo con jardín escondía un laboratorio semiindustrial de cocaína. Una familia colombiana, aparentemente discreta, procesaba hasta 10 kilos de droga por semana usando garrafas de etanol y sustancias químicas. Este polvorín de productos tóxicos, desconocido para los vecinos, fue desmantelado por la Policía Nacional tras una investigación de varios meses.

La operación culminó con la detención de seis personas de nacionalidad colombiana. Entre los arrestados están un matrimonio de unos 50 años, líderes del clan, su hija, la pareja de esta, una mujer conocida como «la cocinera», experta en elaborar estupefacientes, y el conductor o «mula», hermanastro del cabecilla, encargado de transportar la droga en vehículos camuflados.

Los seis detenidos han sido enviados a prisión provisional tras pasar a disposición judicial, acusados de pertenencia a organización criminal y tráfico de drogas. El grupo operaba desde una nave industrial en Arroyomolinos, usada como centro de producción y punto de encuentro con otras redes. La cocaína se distribuía en la Comunidad de Madrid y otros lugares de España.

Un papel clave lo desempeñaba «la cocinera», una mujer conocida en el vecindario por su vida aparentemente normal. Su discreción y habilidad evitaban sospechas sobre el trabajo químico que realizaba en el laboratorio oculto. Nadie en la zona detectó comportamientos extraños ni ruidos que delataran su actividad ilícita.

En la urbanización de Arroyomolinos, el asombro era palpable tras el descubrimiento. «Somos personas normales, nadie sabía lo que pasaba ahí», afirmó un residente. En el garaje, los detenidos preparaban vehículos con compartimentos modificados para ocultar la droga, que ofrecían con un supuesto 90% de pureza, aunque la cortaban para maximizar beneficios.

La investigación, iniciada a principios de 2025, se intensificó tras la detención de un miembro en Murcia con más de medio kilo de cocaína. Al enterarse, el clan se reunió en la nave para reorganizarse y mover material y dinero, pero la Policía Nacional ya los tenía bajo vigilancia y actuó de inmediato.

Ese día se registraron tres viviendas en la Comunidad de Madrid, una habitación de hotel en la capital y la nave. Se incautaron 14 kilos de cocaína, 87 kilos de precursores químicos líquidos, 50 kilos de sólidos, 64.000 euros, cuatro vehículos, un reloj de 20.000 euros, móviles, ordenadores y material de elaboración.

Los investigadores resaltan la estructura profesional del grupo, su alta capacidad de producción y sus conexiones con redes criminales en varios puntos de España. Este golpe policial desarticula una operación de narcotráfico que operaba con gran sigilo en un entorno residencial aparentemente tranquilo.