En Zaragoza, un nuevo caso de violencia de género ha conmocionado a la ciudad. El pasado 2 de junio, un hombre de Gambia citó a su expareja en la habitación que alquila en un piso compartido para hablar. Ambos habían tenido una relación intermitente, con múltiples rupturas y reconciliaciones, pero esta vez el encuentro derivó en un episodio de violencia.

La discusión comenzó por un aparente ataque de celos. Según relató la víctima, él le reprochó insistentemente una relación pasada con otro hombre. Lo que empezó como una conversación tensa escaló rápidamente a gritos y acusaciones, subiendo de tono hasta convertirse en un enfrentamiento que no auguraba un desenlace pacífico.

De las palabras, el presunto agresor pasó a la violencia física. Según informó HOY ARAGÓN, le propinó un puñetazo en el labio, causándole una hemorragia abundante. No contento con ello, la insultó gravemente, gritándole que era una «puta» y que «se folla a todos», en un acto de humillación y desprecio hacia la víctima.

Tras el golpe, el hombre mostró nerviosismo e intentó limpiar la sangre del labio de la mujer. Ella, aturdida, decidió abandonar la habitación, pero él la persiguió por el pasillo y le dio un fuerte empujón por la espalda. La víctima cayó al suelo, lesionándose gravemente el hombro izquierdo al soportar todo su peso en la caída.

A pesar de la agresión, la mujer optó por quedarse a dormir en la habitación de su agresor. No hubo más incidentes esa noche, pero al día siguiente, con un dolor intenso, acudió a un hospital para ser examinada. Él insistió en acompañarla, aunque durante el trayecto al centro médico retomó los reproches y los insultos.

En el camino al hospital, el tono volvió a subir. El hombre le gritó que ella era la culpable de todo lo ocurrido, mientras la amenazaba para que no revelara nada ni presentara una denuncia. Sus palabras buscaban intimidarla, generando un clima de miedo y coacción en la víctima durante el trayecto.

La historia de violencia no era nueva. La mujer ya había denunciado al hombre en dos ocasiones anteriores por agresiones, y la policía lo había detenido en ambos casos. En su última declaración ante la Policía Nacional, confesó sufrir maltrato físico y psicológico, además de temor a nuevas agresiones.

«Estoy atemorizada porque no sé lo que puede pasar», aseguró la víctima a los agentes, acompañada por sus abogados, Carmen Sánchez y Luis Ángel Marcen. Tras relatar los hechos, solicitó medidas de protección y seguridad para resguardarse del agresor y evitar nuevos episodios de violencia.

Finalmente, dos días después de la última agresión, el hombre fue detenido en su domicilio por una patrulla de Seguridad Ciudadana. Se le acusa de un delito de malos tratos en el ámbito familiar, en un caso que refleja la persistencia de la violencia de género y la necesidad de protección para las víctimas.