El primer sábado de junio, la playa de San Lorenzo en Gijón bullía de vida en una tarde calurosa. Miles de personas disfrutaban del sol, pero la jornada se vio empañada por un incidente perturbador. Un hombre, de entre 30 y 40 años, fue sorprendido grabando con su móvil a dos jóvenes que tomaban el sol, una de ellas en topless, sin su consentimiento, cerca de la escalera 11.
Alba Gómez, habitual de este arenal gijonés, relató su experiencia con resignación: «No es la primera vez que me pasa». Según señaló, en zonas como el Tostaderu es habitual que graben desde la barandilla. En esta ocasión, otra joven la alertó de que ella y su amiga eran el foco de la cámara del hombre, acompañado por otro y con varias cervezas en la arena.
Cuando Alba se acercó a los responsables, pudo ver en la pantalla del móvil un vídeo que confirmaba sus sospechas: «No estaban grabando la playa, sino a nosotras, de pleno». Además, descubrió grabaciones de una menor jugando, con zoom incluido. Indignada, exclamó «¡cerdos!» y denunció el hecho al equipo de salvamento, que avisó a la Policía Local.
Los agentes llegaron a la playa y tomaron testimonio de las partes implicadas. Los autores de las grabaciones no portaban documentación, lo que impidió su identificación inmediata. Ante la incredulidad de los bañistas, fueron sacados del arenal y trasladados a comisaría, donde quedaron detenidos por vulnerar la Ley de Extranjería.
La Policía informó a Alba de que, si las imágenes se difundieran, podría exigir responsabilidades. Sin embargo, la joven lamentó la pasividad de los testigos: «Nadie dijo nada, aunque grababan a menores, y algunos nos culparon por tomar el sol así, diciéndonos que nos tapáramos». Su testimonio refleja una problemática preocupante en espacios públicos.