Un pequeño municipio sevillano de unos 10.000 habitantes llamado Cantillana ha experimentado en las últimas dos semanas un aumento repentino de su población debido a la llegada de más de 60 inmigrantes, en su mayoría varones de origen marroquí y argelino. Según fuentes municipales, este incremento está relacionado con la búsqueda de empleo en las campañas agrícolas de la naranja y la aceituna, lo que ha generado un flujo constante de inmigrantes hacia la localidad.

Las autoridades locales han activado un dispositivo especial de seguridad en el que participan la Policía Local, la Guardia Civil y las delegaciones municipales de Seguridad y Bienestar Social. El objetivo es regularizar esta afluencia y calmar la preocupación de los vecinos, que se sienten alarmados por los incidentes que ya han tenido lugar en el municipio.

Entre los problemas más destacados se encuentran las reyertas entre los propios inmigrantes, algunas con uso de armas blancas, y la okupación de viviendas en mal estado. Muchos de estos inmigrantes viven en condiciones precarias y sin la documentación necesaria. Además, se ha detectado que algunos tienen antecedentes penales en sus países de origen, lo que ha intensificado el trabajo de identificación y control por parte de las fuerzas de seguridad.

La Policía y la Guardia Civil también están vigilando las condiciones laborales de los inmigrantes que trabajan en el campo y la situación de las viviendas que alquilan. En muchos casos, estas casas no reúnen las condiciones mínimas de habitabilidad, lo que aumenta el riesgo de conflictos y desgracias. Al mismo tiempo, se pretende sancionar a quienes contraten a estas personas sin la documentación necesaria o en condiciones indignas.

Aunque no se han registrado denuncias formales por parte de los vecinos, sí hay una preocupación creciente, especialmente entre las familias con hijos adolescentes. Los incidentes menores y las peleas han sido reportados a través de redes sociales, lo que ha facilitado el trabajo de las autoridades para controlar la situación. Esta preocupación aumenta durante los fines de semana, cuando los jóvenes del pueblo suelen salir por la noche.

Desde el Ayuntamiento subrayan que el objetivo del dispositivo es garantizar el cumplimiento de la ley tanto por parte de los inmigrantes como de los vecinos implicados en irregularidades. Además, se busca transmitir tranquilidad a la población y evitar que la situación se descontrole.

Los municipios cercanos de Villaverde del Río y Brenes también han recibido un flujo significativo de inmigrantes. Las autoridades locales no descartan que esta oleada migratoria aumente en las próximas semanas debido a la demanda de empleo agrícola en la región.

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