Por Redacción

La Guardia Civil de Orense ha logrado desarticular una organización delictiva responsable de 14 robos en viviendas ocurridos en julio de 2024 en las localidades de Avión y Beariz, con un botín estimado en medio millón de euros entre joyas y dinero. En la operación, denominada «Vértigo», se detuvo a nueve individuos en Barcelona, Tarragona y Castellón el pasado miércoles. De ellos, ocho serán puestos a disposición judicial, mientras que uno ha quedado en libertad.

Esta red criminal operaba con dos ramas diferenciadas: una dedicada a ejecutar los robos en domicilios y otra encargada de la gestión financiera, sustentada principalmente por el tráfico de drogas. Ambas estructuras estaban bajo el mando de un único líder, quien coordinaba las actividades delictivas desde Cataluña, base de operaciones de la banda.

Las zapatillas, pista crucial

Cuatro miembros de la rama operativa se trasladaron desde Cataluña a Orense el pasado verano. El 10 de julio, uno de ellos adquirió unas zapatillas de trekking talla 45 en un centro comercial, cuya huella fue clave al hallarse en las viviendas asaltadas. Ese día, compraron alimentos por 94 euros en un supermercado, repostaron a las 17:30 y llegaron a Beariz entre las 4:30 y 5:00 del 11 de julio tras una parada en Palencia.

Los primeros tres robos tuvieron lugar el 11 de julio en Beariz, y entre esa fecha y el 19 de julio, la banda perpetró 14 asaltos en viviendas de Beariz y Avión, tres de ellas con personas en su interior. Todos los delitos se cometieron entre las 20:00 y medianoche. Según el capitán de la Policía Judicial, Juan José López Castro, «ya el día 12 sospechábamos de un grupo organizado».

La banda actuaba con gran especialización y un plan minuciosamente trazado. Solo atacaban casas unifamiliares, con roles definidos: dos entraban a robar, uno vigilaba y otro se encargaba de provisiones. Durante su estancia en Orense, se escondieron en zonas boscosas para evitar ser detectados por las autoridades.

Huida digna de un guion cinematográfico

El 20 de julio, tras el último robo, uno de los miembros repostó en una gasolinera de una provincia limítrofe. A las 14:21, los cuatro regresaron a Avión y huyeron hacia Cataluña. La Guardia Civil de Orense reaccionó con rapidez, localizando el vehículo y coordinándose con otras provincias, un factor decisivo para el desarrollo de la operación.

En Burgos, se organizó un dispositivo en la A-68, pero los sospechosos lo esquivaron, poniendo en riesgo a los agentes. Circularon a gran velocidad hasta un polígono en Álava, donde abandonaron el coche y huyeron a pie. El líder, alertado, viajó desde Tarragona hasta Miranda de Ebro para recogerlos y continuar la fuga hacia Cataluña.

En la madrugada del 21 de julio, un dispositivo en Aragón intentó interceptarlos, pero lograron escapar cambiando de sentido en la autopista y circulando en dirección contraria. También evadieron un tercer control de los Mossos d’Esquadra en Lleida, obligando a los agentes a reiniciar la investigación desde cero.

La pesquisa avanzó y, aunque las detenciones estaban previstas para principios de septiembre, algunos miembros abandonaron el país, retrasando el operativo hasta esta semana. Finalmente, el miércoles se realizaron registros en Barcelona, Tarragona y Castellón, culminando con las nueve detenciones mencionadas.

En los registros, la Guardia Civil incautó tres armas, incluida una carabina, diversos tipos de droga y dinero en efectivo. A los detenidos se les imputan 14 robos con fuerza, pertenencia a organización criminal, tráfico de drogas, blanqueo de capitales, delitos contra la seguridad vial y atentado a la autoridad. La operación sigue abierta.

Estructura compleja y tácticas evasivas

La banda estaba compuesta mayoritariamente por individuos de Albania y Marruecos con antecedentes y alta especialización. Algunos, incluido el líder, contaban con formación militar; este último sirvió 18 años en las fuerzas especiales albanesas. Utilizaban cambios de domicilio y múltiples identidades para eludir a la justicia.

Entre los miembros había dos hermanos del líder, cada uno en una rama distinta de la organización. Además, se observaba una clara disparidad económica: mientras el cabecilla vivía en el lujo, otros miembros residían en caravanas, reflejando las desigualdades internas de la red criminal.