Por Norberto Domínguez

Una mujer italiana de 51 años, Federica Coviello, solo deseaba compartir un aperitivo con su pareja, Davide Caramaschi, en el bar Antica Caffetteria de Gravellona Lomellina, cerca de Vigevano, en la provincia de Pavia, Italia. Aquella tranquila noche del 16 de junio se tornó en tragedia cuando, Craiet Ben Ouafi, acabó con su vida de forma brutal.

El agresor, un inmigrante magrebí de origen tunecino de 41 años y con antecedentes, acudió al local acompañado de su novia. Tras pedir un licor sambuca, comenzó a increpar a la camarera, convencido de que el licor estaba «aguado». La discusión escaló rápidamente hasta que la golpeó. El marido de la empleada y varios clientes lo expulsaron del bar.

Ben Ouafi subió a su Fiat 500 negro junto a su pareja, le pidió el volante y regresó al local. Condujo a gran velocidad directo a la terraza del bar y embistió a los clientes de la terraza. Federica y Davide estaban sentados en la última mesa, pero no lograron esquivar el brutal impacto que les arrolló sin remedio.

Federica sufrió heridas devastadoras que obligaron a amputarle una pierna en el hospital Niguarda de Milán, donde permaneció ingresada en terapia intensiva más de dos semanas. Davide, de 52 años, fue trasladado al policlínico San Matteo de Pavia con fracturas múltiples en su pierna izquierda.

Tras la embestida, el atacante intentó huir a pie. La rápida intervención de la policía, dirigida por el teniente coronel Paolo Banzatti, permitió detenerlo antes de que la multitud enfurecida lograra lincharlo. El agresor fue arrestado por intento de homicidio y trasladado a la cárcel de Pavia.

Gravellona Lomellina, un pueblo de menos de 3.000 habitantes famoso por sus fachadas artísticas, quedó conmocionado por el ataque. Federica era conocida y querida por regentar hasta hace poco otro bar cercano, y solo buscaba un momento de calma con su pareja en una cálida noche de verano.

Hoy se ha confirmado la peor noticia: Federica Coviello ha fallecido debido a la gravedad de las lesiones sufridas. El incidente, que comenzó por un altercado absurdo, ha terminado con la vida de una mujer trabajadora y apreciada, sumiendo a toda la comunidad en un profundo estado de duelo e indignación.

Con la muerte de Federica, la acusación contra el magrebí Craiet Ben Ouafi cambia a homicidio voluntario. Las pruebas de alcohol y drogas realizadas al detenido siguen bajo investigación. Mientras tanto, el pequeño municipio de Gravellona Lomellina exige justicia para que este brutal asesinato no quede impune ni caiga en el olvido.