La población de España ha experimentado un notable incremento, alcanzando los 49.153.849 habitantes en abril de 2025, lo que supone un aumento de casi 430.000 personas respecto al año anterior. Según los datos del Instituto Nacional de Estadística (INE), por cada español inscrito en la Estadística Continua de Población, se registraron cerca de cinco «extranjeros» en el mismo periodo.

El envejecimiento de la población española ha generado un desequilibrio demográfico, con más fallecimientos que nacimientos entre enero y abril de 2025, resultando en un déficit de 19.500 nacionales. A pesar de una mayor esperanza de vida, las proyecciones indican que las defunciones seguirán aumentando en las próximas décadas, alcanzando un pico en 2065, según diversos estudios demográficos.

En el último año, la población extranjera creció en 355.522 personas, alcanzando un total provisional de 6.947.711 en abril de 2025, mientras que los españoles sumaron 42.206.138, apenas 74.455 más que el año previo. En los últimos cinco años, el peso de los extranjeros en el total poblacional ha aumentado más de tres puntos porcentuales, según la Encuesta Continua del INE.

Durante el primer trimestre de 2025, las nacionalidades predominantes entre los inmigrantes fueron la colombiana, con 39.800 llegadas, seguida de la marroquí, con 25.900, y la venezolana, con 25.000. En cuanto a las salidas, los marroquíes lideraron con 13.900, seguidos por colombianos, con 13.500, y españoles, con 10.300, según los registros estadísticos oficiales.

Las comunidades autónomas con mayores incrementos de población por la llegada de extranjeros fueron Madrid, Valencia y Murcia. Sin embargo, diez regiones crecieron por debajo de la media nacional del 1,5%, mientras que Baleares, Extremadura y Ceuta registraron pérdidas de habitantes, conforme a los datos del INE.

La contribución de la población extranjera resulta esencial para la sostenibilidad económica, el empleo y el sistema de pensiones en España. La apertura de fronteras bajo marcos legales ha sido clave para preservar el Estado del bienestar. Actualmente, el país se aproxima a los 50 millones de habitantes en un contexto de mayor mortalidad que natalidad entre nacionales.

Para contrarrestar el envejecimiento demográfico, se estima necesario un flujo neto de 330.000 inmigrantes anuales hasta 2050, superior a los 205.000 que llegaron de media entre 1990 y 2019. Según la Autoridad Independiente de Responsabilidad Fiscal (AIReF), la población alcanzará los 54 millones en 2050, con un 18% de extranjeros, y la inmigración subsahariana ganará relevancia frente a la latinoamericana.

Las proyecciones de la AIReF difieren de las de Eurostat, ya que el organismo español prevé inmigrantes de mayor edad, con una diferencia de hasta 3,2 años respecto a las estimaciones europeas, que apuestan por entradas de niños y jóvenes, con menos personas mayores de 50 años entre los recién llegados.

Datos del Ministerio de Inclusión, Seguridad Social y Migraciones y del INE reflejan que las cotizaciones de trabajadores extranjeros financian uno de cada cuatro euros de las pensiones. Además, la edad más común en España es de 48 años, con 7,62 millones de personas entre 40 y 49 años, según registros al 1 de enero de 2025.

Mientras la franja de edad más frecuente entre españoles se sitúa entre los 50 y 59 años, con 6,76 millones de personas, entre los extranjeros predomina la de los 30 años, con uno de cada cinco en ese rango. En regiones como Baleares (21,3%), Valencia (19,3%) y Cataluña (18,7%), el porcentaje de inmigrantes supera el 15% de la población.

Un informe reciente de Caixa Research destaca la cualificación de los extranjeros, señalando que «su nivel es más alto de lo que suele pensarse». No obstante, los menos formados tienen mayor peso que los españoles, y los que poseen estudios superiores son proporcionalmente menos, con una presencia destacada en ocupaciones de baja cualificación.