Vicent Riera Garrover, vecino de toda la vida de San Antonio Abad, Ibiza, recibió este miércoles una llamada de una vecina de su piso en la calle Bisbe Cardona. «Me preguntó si habíamos alquilado la vivienda o si habíamos dado la llave a alguien», relata Riera, quien de inmediato acudió a comprobar qué ocurría.
Al llegar, se encontró con que la cerradura había sido cambiada. «Como la puerta estaba abierta, entré junto a un compañero y vi a un hombre y una mujer dentro. Me dijeron que pensaban que el piso estaba abandonado», explica. Tras aclararles que no era así, llegaron a un acuerdo: recogerían sus cosas, cambiarían la cerradura de nuevo y se marcharían sin más problemas.
De la negociación al enfrentamiento
Sin embargo, al salir de la vivienda, el okupa cambió de actitud y se mostró agresivo. La Policía Local intervino para mediar y lograron un acuerdo: Vicent volvería a las siete de la tarde para cerrar el piso sin necesidad de presentar una denuncia. Para evitar que los okupas bloquearan la entrada de nuevo, se llevó un trozo de la puerta rota.
Cuando regresó por la tarde, se encontró con varios marroquíes instalando una puerta nueva. «La situación se puso tensa cuando pregunté qué estaban haciendo. Uno de ellos me embistió». La Policía Local y la Guardia Civil acudieron al lugar, pero no pudieron actuar. «El okupa se reía de todos, diciendo que ‘no podían tocarle’, que ‘esto es España’ y que ‘viva el Rey’. Lo peor es que ni la Policía ni la Guardia Civil pudieron hacer nada», lamenta el propietario.
Un caso de okupación difícil de resolver
Según fuentes oficiales, los okupas mostraron un vídeo que llevaban en la vivienda desde el 8 de marzo, lo que les permitió constituirla como su morada legalmente. La Policía identificó a los okupas y trasladó el caso a la Justicia. Las mismas fuentes aclaran que el desalojo solo puede llevarse a cabo si el propietario presenta una denuncia y un juez dicta la orden correspondiente.
«Se trata de un piso antiguo de mi madre que está pendiente de reforma, sin luz ni agua, e incluso con zonas peligrosas», explica Riera, que califica la situación de «surrealista». Para él, resulta increíble que «sea tan fácil cambiar la puerta de una casa ajena y que no pase nada, pero que, por otro lado, te multen por arreglar una ‘feixa’ en el campo».
Vicent concluyó con resignación: «A este paso, acabaré marchándome de Ibiza».