Los agentes en el aeropuerto de Madrid-Barajas están enfrentando una nueva ola migratoria protagonizada por inmigrantes egipcios, que están entrando al país de forma ilegal. Las autoridades ya habían lidiado con episodios similares con inmigrantes procedentes de Senegal y Mauritania, quienes aprovecharon vacíos legales en la normativa migratoria para quedarse en España.

La estrategia utilizada por los inmigrantes egipcios sigue el mismo patrón que el de los senegaleses y mauritanos: viajan primero a Casablanca, en Marruecos, y desde allí toman vuelos con Royal Air Maroc hacia países de Latinoamérica, haciendo escala en Madrid. Una vez llegan al aeropuerto de Barajas, se deshacen de sus documentos y solicitan asilo en España, evitando así la necesidad de visado de tránsito.

Esta nueva oleada comenzó a principios de octubre con la llegada de familias y menores extranjeros no acompañados (menas), quienes parecen conocer bien las lagunas legales que les permiten quedarse en el país. Los agentes policiales han criticado la falta de acción por parte del Gobierno, que aún no ha adoptado medidas eficaces para gestionar este flujo migratorio, y temen que el aeropuerto se vea desbordado como ya ocurrió en el pasado.

En casos anteriores, como los de inmigrantes senegaleses y mauritanos, las autoridades tardaron meses en implementar la solución de exigir visado de tránsito para estos países. Este simple requisito podría haber reducido significativamente el número de inmigrantes que se quedan en la zona de tránsito del aeropuerto para solicitar asilo.

Los agentes de Barajas insisten en que se aplique la misma medida para los inmigrantes egipcios, pero hasta ahora, el Gobierno no ha dado ningún paso para ello, mientras la llegada de inmigrantes continúa aumentando, y la situación sigue agravándose sin un plan claro para controlarla.

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