La ocupación ilegal se ha convertido en una preocupación creciente en la provincia de Toledo. En este contexto, la alcaldesa de La Guardia (Toledo), Marta Maroto, compartió el fin de semana la tensión acumulada durante casi 24 horas, narrando un enfrentamiento con un okupa que mantuvo en vilo a decenas de vecinos, incluida ella misma. «Amenazó con un cuchillo y dijo 'Veo mucha sangre'. Decía que quería matar a todos», recordaba Maroto, aún sobrecogida, en declaraciones a este diario.
El individuo, de origen marroquí y aproximadamente 45 años, blandió un arma blanca desde un balcón de una vivienda de dos plantas, propiedad de una vecina que la utiliza como segunda residencia. Debajo, los residentes se agolpaban, incrédulos ante la intimidación del hombre.
Por otro lado, la alcaldesa describió los dos días de ocupación, entre el 2 y el 3, como «intensos, llenos de miedo, nervios e impotencia». En un mensaje dirigido a los 2.100 habitantes de La Guardia, Maroto expresó su gratitud: «Gracias al pueblo de La Guardia, que ha demostrado una vez más que cuando estamos unidos, no hay obstáculo que no podamos superar. Gracias por vuestra implicación, vuestra valentía y por no mirar hacia otro lado».
A raíz de ello, la presión vecinal, exacerbada por la ubicación de la casa en una barriada con ancianos y niños, llevó al desalojo del okupa el pasado viernes, alrededor de las 17 horas.
La propietaria del inmueble presentó una denuncia por la ocupación, un suceso insólito en La Guardia, donde la casa quedó «vandalizada» tras esas casi 24 horas. Aunque el municipio había experimentado otras ocupaciones ilegales, nunca antes con individuos tan alterados como en este último caso. «Ha sido agresivo», reprochó la alcaldesa, añadiendo que el marroquí consumía sedantes y que los médicos le habían sugerido que depusiera su actitud y los acompañara a un centro para una revisión.
El okupa, que entró solo en la vivienda, afirmó a viva voz a la alcaldesa durante esas casi 24 horas que había comprado la llave de la casa por 1.500 euros. La cerradura presentaba un bombín diferente al que utilizaba la dueña, e incluso propuso a la alcaldesa que lo empadronara en el municipio.
Finalmente, Maroto reflexionó sobre la situación: «Recuperamos no solo una vivienda en nuestro pueblo, sino la tranquilidad, la dignidad, la justicia y el respeto por nuestra gente. Seguiremos trabajando para que La Guardia siga siendo un lugar seguro y mejor para vivir. Lucharemos siempre contra la ocupación ilegal porque por encima de todo están nuestros vecinos».